Si
creemos que “como lo expresa Michaux, el poeta francés: «el artista es aquel que
resiste con todas sus fuerzas a la pulsión fundamental de no dejar
rastros»”[i]
entiendo la enseñanza de la pintura como un intento de descifrar, de construir,
de consolidar rastros del autor, fortalecer esa resistencia, colaborar en la
tarea de la no homogenización, la no disolución en la
transparencia[ii],
la no licuidificación[iii] aunque
ésta, paradojalmente, hoy en cierto modo también consista en “hacer imagen”.
Sólo
encuentro definiciones por la negativa.
Enseñar a
pintar:
Cierta
incomodidad en la práctica, dificultad para lograrlo, ¿Cómo enseñar, qué enseñar
cuando ya no quedan (afortunadamente) parámetros en
pie?
Paradójicamente,
ante la hipertrofia de la imagen, intento enseñar a construirlas para
exorcizarla, deseenmascararla para poder volver a ser sus
dueños.
Los grandes
ya han explicado su valor para nuestra cultura, y simultáneamente a su
crecimiento exponencial, crece la intención de los jóvenes por ser
productores.
Más imágenes
para ver, más gentes queriendo hacerlas, más difícil
…
Una
única certeza: encontrar la propia imagen resulta liberador: hemos de dejar
nuestra huella.[vii]